Probablemente tenemos muchas formas de definir un concepto tan amplio como el lenguaje, pero simplificando, podríamos decir que se trata del sistema de signos orales, escritos o gestuales, que usamos para que un emisor transmita un mensaje a un receptor.
Si desarrollamos más esta interpretación, podemos decir además que en este sistema de transmisión intervienen otros aspectos que son importantes para que el mensaje sea más concreto y llegue con más precisión al receptor: idiomas, dialectos, entornos sociales y culturales, el nivel de conocimientos lingüísticos, etc. La comunicación publicitaria requiere de este sistema de signos para alcanzar al objetivo del entendimiento común.
En la comunicación publicitaria esto es un poco más complejo, pues no se trata únicamente de transmitir un mensaje determinado a uno o varios receptores, sino de sensibilizarlos ante nuestro mensaje y crear una conexión subjetiva entre emisor y distintos tipos de receptores. En términos publicitarios siempre se ha considerado este sistema suficientemente válido a lo largo de la historia, pero en el siglo XXI las cosas han cambiado, y mucho.
Actualmente ya no es suficiente con la elección de un lenguaje adecuado: visual, oral o escrito, ahora el receptor forma parte de un universo mediático más complejo y más segmentado generacional y culturalmente. En esta nueva torre de Babel el lenguaje fluye a raudales a través de fibra óptica y gigas de datos evolucionando hacia historias personales, sin pudor a la pérdida de la intimidad, convirtiendo el mensaje en metralla lingüística alcanzando con o sin éxito a un determinado sector de ávidos espectadores.
En la comunicación publicitaria no somos ajenos a esta revolución digital. Somos conscientes del cambio de perfil del target, de los nuevos ángulos que hay que tener en cuenta a la hora de crear nuevas marcas, de buscar la diferenciación a través del mensaje, de la capacidad de seducción que pueden tener ahora las palabras, o del inmenso poder comunicativo que posee una pieza gráfica o audiovisual.
Afortunadamente, siguen existiendo canales de comunicación para todos los gustos, y este mundo globalizado gobernado por la inmediatez sigue albergando un espacio para la reflexión.
Artsolut nació en el amanecer de esta digitalización del lenguaje, pero parte de nosotros hemos vivido la transición desde lo analógico a lo digital y eso nos aporta un valor adicional que nos sitúa en en el centro de la convergencia generacional.
Usamos la creatividad para identificar y comunicar a todas las sensibilidades, trabajando siempre desde el más absoluto respeto a todos los criterios.